Era una hermosa mañana de sábado cuando, después
de nuestra dotación de carga motivacional de parte del Lic. Manuel,
nos dispusimos a realizar nuestra labor social en el asilo de ancianos
cercano a la escuela. Llegamos, medio tímidos pero muy contentos, y
nos dijeron que íbamos a pintar una habitación del lugar. Una señora
nos llevó hasta ahí, y señalando una pared con cubierta de madera
dijo:
- Todo esto, las cuatro paredes del cuarto
- ¡Ok! - respondimos, y empezamos a pintar...
- Ay, como que se ve raro...
- ¿A poco así va a quedar?
- No, ya seco se ve mejor
- Qué hueva
- !Pa' su mecha! Se ve medio extraño ¿noooooooo?
- Se me hace que la regamos... - comenzamos a murmurar cuando nos
percatamos de que la madera y la pintura de agua como que no se llevan.
Oh, oh... y que llega la misma señora que nos había llevado hasta ahí
y dice, con cara de asombro
- ¡Esa pared no eeeeera! -
- ¡¡¡¡¡ WHAT !!!!! - ... nos quedamos como estatuas.
- Pero, pero.... - atinamos inteligentemente a decir.
- Bueno ya ni modo - nos contestó la encargada, y se fue. Ya que nos
descongelamos, empezamos a justificar le metida de pata afirmando
que la culpa había sido de la señora y no nuestra. Total, como medio
año después, terminamos la habitación completa y sinceramente nos
quedó de pelos, incluyendo la pared imitación piel de cebra que le
dio un toque bastante juvenil...
Era la noche de un hermoso viernes..... o miércoles?. Bueno, no me
acuerdo, pero era un muy bonito día, y los soruyos nos dispusimos
a tener nuestra junta para acordar lo que habríamos de comprar para
llevar a San Vicente. Bueno, la reunión se desarrollaba en casa de
Carlos, y estábamos todos muy alegres y propositivos (extrañamente),
cuando el harbano Poncho comenzó a hacer unos ademanes medio raros,
con los cuales pretendía (?) ejemplificarnos las proporciones
espaciales de los objetos. Al parecer el Señor Ingeniero Ansina tiene
una forma muy particular de describir el tamaño de las cosas, que
parecen ajustarse perfectamente al contorno de sus brazos en forma
circular. ¿O si no por qué mostrarse como abrazando al aire, para
darnos a entender que compráramos una lata de chilorio "como de este
vuelo, güey", o una tina de Kool-Aid "como de este vuelo, güey",
etc., etc., etc. (se entiende que todos los etc.'s eran "como de
este vuelo, güey")? ¡Ah, qué harbano!
Cuando íbamos en el autobús hacia los poblados, hicimos una parada
(éjele, el camión, eh?) para ir al baño, estirar las piernas, o
lo que se nos antojara hacer en los quince minutos que permaneceríamos
ahí. Los hermanos soruyos se retiraron de su comodísima covacha
(cueva, refugio), ya para entonces bien armada en la parte trasera
del autobús. Cuando regresaron, los fraternos (en especial Rubén)
notaron que su agradabilísima residencia de la noche anterior había
sido cateada, destruída, acabada por el misionero más veterano
del camión. Ante tal situación, el harbano Ronaldiño no se contuvo
mucho que digamos, y comenzó a vociferar en contra de quien ejecutó
tan cruel acto:
- Uh-uh-úh, hey irmão, você arruinou minha cama ¡eu estou indo
retrocedê-lo!. Eu não quero vê-lo em torno deste lugar. Se você
voltar, eu estou indo roubar sua irmã. (Hey hermano, arruinaste
mi cama ¡te voy a patear!. No quiero verte más por este lugar.
¡Si vuelves, me robo a tu hermana!)
Y TODO eso solamente porque "el señor" tenía mucho frío y se quería
cubrir con su bolsa de dormir... Bueno, como fuera, el caso es
que Leo y Diego tuvieron que ingeniárselas (nuevamente) para
reacomodar todo el desmán, y hacerlo habitable otra vez. ¿Y el harbano
Rubén? pues nos deleitó durante un bueeeeeeeen rato con su mejor
sarta de insultos, muy cortésmente dirigida al Misionero Mayor....
Resulta que llegamos a La Unión a medianoche, y después de que bajamos
las cositas de los verdes y nos disponíamos a partir a San Vicente,
que nos dice el chofer:
- No los puedo llevar hasta allá, se me hace que se me queda el
camión. Mejor los dejo aquí en La Unión.
- ¿Queeeeeeeeeeeé? - exclamamos todos excepto Alfredo, al que por
alguna extraña razón se le dibujó una sonrisooooooooota en la cara.
- Pues ni modo - dijimos algunos que ya lo que queríamos era dormir...
bueno, seguir durmiendo ¿verdad Diego?.
Y fue así como esa noche la pasamos en el pueblito "ajeno", muy bien
acompañados (algunos mejor que otros) por la Frate Verde, con quienes
compartimos el friecito del salón de una escuela. Aunque
afortunadamente, comenzamos a calentarnos con las llamas
que irradiaban Hot-Carmen y Alfredo-Warms Up (eh, que pasó)....
Pues que cuando llegamos a San Vicente, después de una noche y una mañanita medio ajetreadas, (ja, ja, pero más para los muchachos, que fueron los que subieron las cosas a las camionetas.... ¡vivan las viejas costumbres!) íbamos con cara de WHAT?, porque el pueblo estaba medio desolado, y Don Amado nos dijo que nos íbamos a quedar en una "Casa Misión". Y nada, que cuando llegamos y abrimos la puerta: ¡shazaaaaaaaaaaam! ¡había camas! ¡colchones! ¡un sofá! ¡un catre!. Uuuuuuuuuuuuufff, qué buena onda. La mayoría de nosotros pusimos cara de contentos, porque después de todo parecía que no íbamos a pasar tan duras noches. Bueno, el único que no puso cara de contento fue El Travieso, que en ese momento empezó a extrañar....
NOTA: Esta anécdota ha sido posible gracias a la instigosa curiosidad de algunos soruyos, quienes nunca abandonaron su espíritu explorador.
Bueno, después de ver la recámara de la Casa Misión, nos dirigimos a averiguar las condiciones de la cocina. El diálogo que se dio entonces se describe a continuación:
- Mmmmmhhhhhh, sí, no está mal
- ¡Ahhhhhhhh, mira todo lo que hay!
- Sí pero eso no se va a usar
- Chocolaaaaate....- De pronto, el harbano Leon-o se percató de que un objeto extraño adornaba el rincón de la cocina.
- Ah, cabrón, ¿qué es eso?
- ¿Qué?
- Esa cosa blanca que esta ahí
- A ver, ábrela
- Mmmmhhhh.... vamos a sacarla a ver qué es
- Enseguida el hermano Leo, con su espíritu emprendedor, se dio a la tarea de averiguar el contenido de "la cosa".
- A ver... vamos a ver... - ¡Zas!, de un súbito jalón se descubrió la realidad.
- No ma.... ¡es un baño portátil!
- ¿Queeeeeeeé?
- Ah, qué asco, qué mugrero...
- Ya ven, por andar viendo lo que no deben
- Oh, pos quería saber qué era, pero es un baño, cabrón - Finalizó el harbano
Leo, puntualizando que los baños también son cabrones, puesto que llevan dentro
de sí puras porquerías...
Bueno, cuando terminamos de redecorar la mansión, empezamos a organizarnos
acerca de nuestros papeles dentro del grupo y con respecto al pueblo, y según lo
percibí (obviamente con mis limitaciones), más o menos estos fueron los roles
de cada soruyo (en orden alfabético):
- Alfredo
En la Frate:
El niño glotoncillo (sí, no te hagas!!!). El
que se comió los Gerber que llevó Wendy. Hermano y amigo cariñoso con todos.
El sentimiento andando. Sensibilidad y sinceridad. Protección.
En el pueblo:
El que se preocupaba por las niñas. Le gustaban el café y
las tortillas de Zulema. Admirador de Rubi (o Ruby). Pulcro, limpio. Se peinaba
para ir al río. Asustador de mujeres que limpian la mesa (¡Vas a ver!).
El abrazador.
- Brenda
En la Frate:
Mmmmmmmmhhhhhh...... no me corresponde, ja ja.
En el pueblo:
La de las manualidades. Hablaba en las visitas. Cortó
cabello. Se encariñó. Y etcétera.
- Carlos
En la Frate:
El Coordinador. Asesor. El serio, bromeaba de
vez en cuando. Le gustan los caminos largos (puf! puf!, ¿hasta dónde el Retiro?).
Tocaba la guitarra y nos enseñaba canciones de religión. El de la frase
"Felipeeeeeeee. Felipeeeeeeeeeee" para reventar la..... paciencia por las
mañanas. Responsable.
En el pueblo:
El que hablaba seriamente con los señores. Amigo de
Don Morín. Asumió la responsabilidad delegada (a fuerzas, verdad Leo?) en el
Viacrucis. Preocupado por ayudar. El único misionero que representó al
catolicismo en toda la extensión de la palabra.
- Diego
En la Frate:
El parlanchín. El desmadroso. El que quería
que todo lo hiciéramos las mujeres. El animoso. Iniciador de risas y del
buen humor (¡qué buenas canciones! "....mi caballo y mi cuchillo blanco...".
De la frase "chocolateeeeeee........"
En el pueblo:
El que hablaba informalmente con los señores. Les cantaba
a las señoras y hacía que se sonrojaran. Cantaba y tocaba la guitarra.
Se preocupó por componerle una canción al pueblo. Sacó toda su inspiración para
la canción de "se estaba bañando un pato...".
- Felipe
En la Frate:
El que se apareció tarde en los módulos de
preparación. El que hablaba de espiritualidad. Se preocupaba por acercarnos a
la religión.
En el pueblo:
El celebrante. Deseaba sinceramente que las ceremonias
salieran bien. Se dedicaba mucho a planear las actividades para los fraternos.
Nunca se quería levantar.
- Leonardo
En la Frate:
El señor, como que se quería hacer de más edad.
Algo serio. Sincero. Tenía buena plática y manera de expresarse.
- Poncho
En el pueblo: Hablaba con todos. Jugaba con los niños. Convivía con los
adultos. Ponía atención a las manualidades. No quiso cargar una cruz (ah! qué
bárbaro!).En la Frate:
De los más sencillos. Súper amigable. Sincero.
Inventor de la medida "como de este vuelo". Relajiento y alegre.
- Rubén
En el pueblo:
Comprometido con lo que pretendía lograr. Casi se mete en
una bronca por Heidi (¡uy!). Fue de los que mencionaron sólo cosas positivas en
la retroalimentación del Retiro (bueno, con excepción de que dijo que un defecto
de Alfredo es que era muy limpio).En la Frate:
El niño. Juguetón y terco. Parecía una persona
que se conoce hace tiempo. Travieso (en un sentido diferente al de Alfredo).
Gorroso y bromista.
- Wendy
En el pueblo:
Hacendoso. Ayudó a poner la red de la cancha de volibol
(mientras Joel le decía ¡no puedo! ¡no puedo!). Deportista. Jugaba y se
cansaba menos. Protector. En la Frate:
Alegre y bromista. Excelente confidente.
Puede hablar de cualquier asunto. Sensible y preocupada por los demás.
En el pueblo:
Cooperativa. Hacendosa. De los que más cocinaron.
Provocó en gran medida que las manualidades salieran bien (GRACIAS!).
Reflexiva. Apoyo constante.
Ok, la experiencia nos dice que más vale que sobre y no que falte, pero la
verdad, la fogata enoooooooooooorme que encendieron la primer noche que
estuvimos en el pueblo nos recordó, no sé por qué, los secos días en Nuevo
León que provocaron incendios forestales. La verdad, más que escucharnos unos
a otros, los soruyos estábamos tratando de proteger nuestra integridad ante el
fuego. Uf, qué calor (y esta vez no era Alfredo ja ja).
Bueno, como en competencia por "el cascarón más .......", Felipe y Leonardo nos
recetaron sus respectivas dosis de fibra huevil, ya que por primera vez en la
historia los huevos revueltos crujieron como papas fritas. Los fraternos
disimularon muy bien, pero la verdad es que esta clase de comidas provocaron más
de un grito en la letrina (....ay....).
A ver, a ver, ¿en dónde dice que a los 19-24 años una persona debe alimentarse
con cereal en el último alimento de su día? Yo no lo sé, pero los harbanos Leo
y Carlos parecen haber inventado esa regla, ya que en una cena nos deleitaron
con unas muy bien preparadas Zucaritas y Corn Flakes. A todo esto, creo que la
única que protestó fue la harbana Cositas, ya que SINCERAMENTE se encontraba
fatigada y hambrienta, pero se tuvo que recetar el cereal UR (último recurso),
a falta de ganas de preparar algo más. (Snif).
Ja ja ja Los harbanos Diego, Poncho y Rubén hicieron unos pucheros como los de
Chucky cuando tuvieron que lavar algunos (ja, como cincuenta) platos, vasos,
cubiertos y demás, ensuciados metódicamente por el resto de sus harbanos (yo
cooperé embarrando cajeta plácidamente en un plato... o varios? ja ¿te acuerdas
Rubén Pucheros?), pero principalmente por Leo y Carlos que buscaron venganza
(sí: venganza, ñaca, ñaca). Ja, afortunadamente la historia registró el sublime
momento de la lavada en una de las fotos que están en esta página. Ja ja qué
risa =)
El harbano Velita siempre con su espíritu aventurero (?), nos comentó sobre
la enorme, infalible, increíble e inigualable viborota que se encontró y que
fue a matar. La gente del pueblo después nos comentó que era casi un pobre
gusanito, pero el harbano Diego insistió en que había descubierto una
anaconda del tamaño del mundo. Sí Diego =)
Ajá! las harbanas tuvimos nuestras aventuras en el poblado, ya que tuvimos
nuestros respectivos galanes en San Vicente (tranquiqui Felipe, es broma ok?).
Hasta serenata nos tocó.
Prrrrrrrrecisamente poco antes del Viacrucis, Leo sufrió una lesión muuuuuuy
oportuna al jugar futbol ¿en dónde? ¿en el cuello? nooooooooo, ¿en la mano?
noooooooo, ¿entonces? en el tobiiiiiiillo. ¡Ah!, eso nos conduce directamente a
la conclusión de que el hermano Leo no iba a poder salir en el Viacrucis! Tendría
que salir Carlos al quite!. Wow, qué suspicacia, mis queridos fraternos.
Pero sobre todo, qué oportunidad mi querido tobillo....
Cuentan las malas lenguas que cierto día los forajidos (o sea los fraternos
varones) se fueron a bañar al Río Bravo, y el harbano Diego, en medio de la
ajetreada corriente, realizó un experimento sin precedente en la historia
humana: ayyyyyy....... no sé si contarlo. No, mejor lo dejamos en que el soruyo
levitó digestivamente en el cauce del río. ¡Guácalas!
Los soruyos Diego, Poncho, Alfredo y Leo realizaron una reunión con el fin
puramente artístico (sí, cómo no) de componer una canción representativa de la
Frate y de sus miembros. Un par de horas tardaron los harbanos en obtener un
resultado sublime con estrofas como "el pato de la bandeja de oro", "la
dedicatoria a las =&%$%&$@*¡ Frates ", etc. etc.
Bueno, dicen que nunca es tarde y eso es algo que los soruyos aprendimos cuando
la gente del pueblo nos dijo que un buen consejo para la próxima sería hacerle
un pozo a la letrina, porque eso de a ras del suelo...... nadamás se ve en las
cochinas ciudades..... Bueno, pero le limpiamos....